Pautas para la gestión del duelo infantil
Una gestión adecuada del duelo es importante, tanto para los mayores como para los niños y, en muchas ocasiones, los padres o cuidadores pueden tener dudas sobre si debemos, y cómo, informar a los niños de lo acontecido.
Tenemos que ser conscientes de que cuando ocurre un fallecimiento en el seno de una familia el sufrimiento de los adultos es percibido por los más pequeños de la casa. Ocultarles el fallecimiento de un familiar, amigo o alegado solo hará que se sientan más confundidos. Es necesario explicarles lo ocurrido antes de que ellos la descubran por sí mismos o por otras personas. Con todo, no daremos más información de la que puedan asumir. Así, es importante que la noticia llegue por alguien cercano, preferiblemente los padres y que puedan ver que no se les oculta ninguna información importante. Esto, a su vez, les hará ver que son una parte valorada dentro de la familia y que participan de los acontecimientos. Aun así, es posible dosificar la información, hablarles en primer lugar del accidente o enfermedad y más tarde, sin dejar pasar mucho tiempo, sobre la muerte de esa persona. Al transmitirles la noticia lo haremos con un lenguaje adaptado a su edad y madurez. Le ofreceremos el mayor apoyo emocional posible. El contacto físico es importante siempre y cuando el niño esté abierto a ello y éste se haya dado anteriormente.
Responder a sus preguntas
Otro aspecto importante es el hecho de responder a sus preguntas. Esto, además de ayudar a resolver sus dudas, nos orientará a saber específicamente lo que necesitan saber. Si el niño no las hace por sí mismo deberemos incitarlo a formularlas. En el caso de que el niño pregunte algo para lo que no tenemos respuesta es necesario decirle abiertamente que no lo sabemos, que también nosotros nos hacemos esas preguntas o que intentaremos averiguarlo para darle esa respuesta más tarde. Asimismo, nos debemos asegurar de que no tiene una visión equivocada de lo ocurrido. Si es así, debemos corregirlo y explicar los hechos con normalidad. Puede resultar de utilidad buscar algún aspecto positivo de lo ocurrido para poder trasladárselo (ej. La abuela no ha sufrido).
En este tipo de situaciones el niño va a percibir al adulto como modelo de expresión de sentimientos. Por ello es bueno que no escondamos nuestras emociones y seamos capaces de mostrarlas de manera natural pero sin perder el control.
Con todo, el objetivo final será normalizar la situación y aprender a vivir sin esa persona que nos ha dejado. Por ello, una vez explicado lo sucedido y resultas las dudas, no es necesario abordar el tema constantemente y de manera repetitiva si el pequeño no lo demanda.
Reacciones habituales
Las reacciones de un niño ante un fallecimiento pueden ser muy diversas y, en algunos casos, sorprendentes o desconcertantes pero no deben ser motivo de alarma. Por ejemplo, es habitual que ante la explicación, pregunten si pueden irse a jugar de nuevo o qué expresen dudas sobre cómo ese hecho le va a afectar a ellos (¿Quién me llevará ahora al parque?).
También es posible que en los días posteriores rechacen hablar sobre lo ocurrido, expresen muchas inquietudes y miedos o que padezcan pesadillas o terrores nocturnos. De la misma manera, pueden darse en el menor sentimientos de culpabilidad por malas acciones que hubiera podido tener en el pasado con la persona fallecida o por pensar que, de alguna manera, el familiar ha muerto al realizar alguna acción relacionada con su cuidado. Debemos insistir en que nada podría haber cambiado lo sucedido.
Se debe informar de la pérdida en la escuela, ya que el personal docente pasa muchas horas con el niño o niña y necesitará conocer los hechos para actuar en consecuencia.
Actos de despedida
Según la edad del niño y su madurez, pero como norma general a partir de los 6 ó 7 años, podrá asistir al funeral, siempre y cuando lo desee. En ese caso será necesario informarle de los pasos que se llevarán a cabo durante la ceremonia de despedida. Durante el funeral, un adulto lo acompañará en todo momento y responderá a sus preguntas. Otros rituales domésticos como escribir una carta o hacer un dibujo pueden servir para que el niño se despida del ser querido.