En el transcurrir de la historia, la humanidad ha desarrollado diversas formas de despedir a sus fallecidos, desde rituales simples hasta ceremonias complejas, todas con un punto en común: la necesidad de tratar con respeto, dignidad y amor, cumpliendo determinados ritos, a quienes ya no están físicamente entre nosotros.
Los servicios funerarios, con su evolución y profesionalización a lo largo de los años, han jugado un papel crucial en satisfacer esa necesidad universal, proporcionando no solo un espacio para el duelo sino también asegurando el manejo responsable, ético y sanitario de los restos mortales. Lo que nos sitúa como el último eslabón de la cadena sociosanitaria de un país, con gran responsabilidad operacional, emocional, legal, sanitaria y medioambiental.
A lo anterior, debemos unir el plano económico, siendo empresas con un alto índice de trabajo estable, recaudadoras de un IVA para el estado del 10 al 21% ofreciendo un servicio público esencial, además asumimos la explotación de concesiones públicas, y trabajamos con atención 24/7 sin discriminar precios por ello para los consumidores, aunque debemos asumir un incremento en costes (este debate debemos comenzar a abrirlo), por nocturnidad, turnos, guardias, etc. Todo ello para apoyar la labor sanitaria en su fase final de: atención sanitaria de emergencia, hospitales, protección civil, tráfico, fuerzas de seguridad y demás servicios sociales.
Pero ¿qué sucedería en un mundo sin servicios funerarios?
Exploremos este escenario hipotético para dimensionar la importancia (responsabilidad) y lo necesario que es nuestro rubro, y, por ende, de lo importantes (con humildad), que somos cada uno de nosotros:
-Un escenario caótico y doloroso
Sin servicios funerarios, nuestras comunidades enfrentarían un panorama desolador. Primero, la ausencia de un sistema organizado para el manejo de los cuerpos crearía una crisis sanitaria. Sin los procedimientos adecuados de embalsamamiento, cremación o inhumación, el riesgo de propagación de enfermedades se incrementaría exponencialmente. Además, la falta de un espacio dedicado para el duelo complicaría enormemente el proceso de aceptación y sanación emocional por parte de los seres queridos.
-Pérdida de tradiciones y memoria
Los servicios funerarios no solo ofrecemos respuestas a necesidades logísticas y sanitarias; también somos guardianes de tradiciones y rituales que permiten honrar la vida de los que nos han dejado. Estos rituales funerarios, profundamente arraigados en diversas culturas y religiones, son esenciales para mantener la memoria individual y colectiva. En un mundo sin este engranaje, se erosionaría lentamente nuestra capacidad para recordar y celebrar las vidas de aquellos que formaron parte de nuestra historia. El respeto a los fallecidos y a la muerte crea respeto a los vivos y a la vida.
-Impacto emocional y social
La función terapéutica de los funeralservices y la deathcareindustry, proporcionando productos, servicios y un espacio donde la pena puede ser expresada y compartida, es insustituible. Estos ritos de paso permiten a las familias y comunidades reconocer públicamente la pérdida de alguien, ofreciendo soporte emocional y promoviendo el inicio del proceso de sanación. La ausencia de estas ceremonias dejaría a muchas personas sin un cierre necesario, afectando negativamente al bienestar emocional y social individual y colectivo.
-Mecanismos de apoyo económico
En ocasiones, en concomitancia con otros sectores como el asegurador o el de previsión social, nuestros productos de previsión funeraria (en los países que se comercializa), aportan a las familias la tranquilidad de la anticipación; una financiación a medida; o una transferencia de un riesgo cierto, mitigando impactos económicos en la esfera familiar. Sin olvidar los cientos de miles de servicios funerarios que en todo el mundo realizamos en apoyo a las administraciones públicas en catástrofes, pandemias o para los colectivos más desfavorecidos socialmente.
También, en muchas ocasiones, facilitamos a las comunidades mediante inversión privada, las instalaciones para desarrollar un servicio esencial con un componente público muy relevante que la legislación de diferentes países regula y condiciona, lo cual aceptamos construyendo o mejorando esas instalaciones con un enfoque de excelencia (hay capillas y tanatorios que bien pudieran ser hoteles de 5 estrellas), con un cuidado diseño estético, operacional y emocional, abiertos para todo tipo de público.
-La necesidad de un servicio profesional
Manejar los aspectos legales, operacionales y emocionales que rodean la muerte de un ser querido es, para muchas personas, abrumador. Los profesionales de servicios funerarios están capacitados no solo en las cuestiones técnicas de la preparación y manejo de los restos, sino también en proveer soporte durante este difícil momento. Nuestro papel es indispensable para guiar a las familias a través del proceso, asegurando que todos los aspectos legales, sanitarios y personales sean adecuadamente atendidos. Un profesional con empatía, sensibilidad y respeto, pero con cierta distancia emocional para realizar la praxis adecuada, transmite apoyo y confianza a la familia.
Conclusión
En un mundo sin servicios funerarios, nos enfrentaríamos a desafíos insostenibles desde el punto de vista sanitario, económico, emocional y social. Nuestros servicios, más allá de su función práctica, son un pilar fundamental en la forma en que las sociedades procesan la muerte, siendo facilitadores del cumplimento de los deseos, creencias y ritos que mantienen la memoria de los que se han ido y ofreciendo también consuelo a los vivos.
Además, hay una parte menos conocida o valorada, más allá del impacto psicológico y emocional de nuestras funciones, muy relevante para la sostenibilidad y gestión circular de los recursos del planeta, que realizamos con el mayor de los respetos, y que cada vez tendrá mayor protagonismo por la condición finita de la Tierra.
En última instancia, los servicios funerarios son un testimonio de lo que une a las personas y a la humanidad: el amor, el respeto y la sensibilidad empática, ya que, sin ellos, los seres queridos fallecidos serían simples residuos orgánicos y nosotros sus operadores.
Por Juan Rodríguez. CEO Grupo Gayosso.
Fundador y Director de la Academia Internacional de Alta Dirección Funeraria del TEC de Monterrey.
Vicepresidente de la Confederación de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo de México.
Vicepresidencia de reto demográfico, previsión y servicios funerarios.
Consulta el artículo completo en el número 181 de Revista Funeraria.