Covid-19. Dolor y muerte en redes sociales
Web es una palabra inglesa que se traduce como red o telaraña. Se designa como “la web” al sistema de gestión de información más popular para la trasmisión de datos a través de Internet. La web es el diminutivo de ‘world wide web’ o ‘www’, cuyas tecnologías para su funcionamiento fueron desarrolladas en el año 1990 por Tim Berners Lee.
A raíz de la irrupción de la Covid-19 a principios del año pasado, la red se convirtió en un lugar de duelo nacional. A lo largo de esos meses, los mensajes de condolencias iban dejando huella en un mundo virtual que se volvió más real que nunca. De alguna manera, era como reencontrarnos en un tanatorio virtual en el que, únicamente, nos quedó sentir el olor a flor tan característico de los sepelios. Y es que, en las redes los usuarios nos hacían partícipes de su dolor ante el fallecimiento de familiares y amigos por coronavirus.
Twitter se hacía eco de los mensajes de desconsuelo, a la vez que se publicaban mensajes colectivos para lograr la mayor concienciación social posible ante una situación crítica que requería el esfuerzo y compromiso de todos a la hora de cuidarnos; por nosotros y por los demás. En Facebook se publicaron obituarios y necrológicas. En este sentido, la pandemia cambió la manera de despedir a los difuntos y de expresar el duelo: el abrazo y la reunión de familiares y amigos se sustituyó por una comunidad virtual.
Muchos usuarios publicaron la foto de su familiar fallecido con un mensaje de recuerdo y le rindieron homenaje. Otros utilizaban las redes sociales para narrar vivencias que habían compartido con las personas fallecidas. Son textos que, además, sirven para conocer mejor a la persona que ya no está entre nosotros. A través de ellos, descubres parte de su vida, aficiones, personalidad y, lo más importante, qué legado han dejado entre sus seres queridos. Este tipo de necrológica provoca, a su vez, la reacción de amistades y personas allegadas, lo que hace que la familia reciba numerosos mensajes de pésame y de consuelo en esos momentos difíciles.
Las redes sociales o el WhatsApp posibilitan estar informados desde la distancia de la situación de un familiar enfermo o de la defunción en caso de producirse, y facilita, como apuntaba anteriormente, el poder interactuar entre los diferentes miembros del grupo o de la comunidad virtual.
Cabe recordar que, durante la primera fase de la pandemia, las videollamadas se producían a diario con el fin de acompañar a los familiares. La conciencia individual se convirtió en conciencia colectiva. En definitiva, el dolor y la muerte inundaron las redes sociales.
¿Cómo afecta la Covid-19 al duelo?
Uno de los efectos más poderosos de la pandemia de coronavirus se encuentra bajo nuestra propia conciencia colectiva. Detrás de las noticias sobre los síntomas, el número de casos y las posibles curas, está la presencia constante del dolor y la pérdida.
La muerte de más de 90.000 españoles por Covid-19 ha creado un círculo cada vez más amplio de duelo, ya que el fallecimiento de una persona afecta a varios de sus seres queridos. Cientos de miles de personas han sufrido y siguen sufriendo en este momento por esas pérdidas, y ninguno de nosotros es inmune a ello. El confinamiento y el aislamiento social que en su día fue necesario para frenar la expansión del virus, provocaron esa vulnerabilidad en torno a la desaparición de un ser querido, al no poder vivir el duelo en compañía. Y en muchos casos, la situación se volvió traumática.
Muertes repentinas
Una muerte inesperada dificulta la fase de aceptación de la pérdida y puede complicar el proceso de duelo. Con la Covid-19, si la persona estaba hospitalizada un tiempo antes de fallecer, existía la carga adicional de no poder estar ella, lo que hacía que su fallecimiento fuese similar a una muerte por accidente o muerte violenta.
Falta de rituales
Uno de los aspectos más crueles de este coronavirus es que provocó la prohibición de las ceremonias de despedida, lo que tenía un efecto directo en la capacidad para procesar el dolor. La falta de contacto entre familiares y de apoyo social fue perjudicial a la hora de enfrentarse a la muerte de un ser querido. El poder contar con alguien que te abrace y te consuele es fundamental, porque esa conexión nos permite liberar muchas de nuestras emociones.
Aislamiento social
La Psicología muestra que el aislamiento social es un factor de alto riesgo para el duelo. No sólo no se tiene acceso a su grupo de apoyo social, sino también a otras distracciones que nos ayudan a manejar la adversidad y el dolor. Necesitamos elementos a los que aferrarnos para superar esa pérdida.
Sentimiento de culpa
Si por la situación sanitaria no se pudo estar con el ser querido cuando falleció, esa pérdida provoca también sentimiento de culpa. En el contexto actual, también trae consigo el factor de la prevención: ¿Podría haberlo protegido mejor del virus?
Incremento de duelos patológicos
El duelo por fallecimiento es un proceso adaptativo normal y supone uno de los acontecimientos más estresantes que debe afrontar el ser humano. En 2019 murieron en España 417.625 personas, según el Instituto Nacional de Estadística. Hay estudios que determinan que cada defunción suele afectar a una media de 10 personas, y se considera que entre el 10 y el 12% de los allegados sufrirá un duelo que puede afectar a su salud física y mental. Está situación presumiblemente se agravó aún más en 2020, con el exceso de mortalidad provocado por la Covid-19.
Además, la especial casuística que ha rodeado los fallecimientos por Covid-19 citada anteriormente, como la muerte repentina, el aislamiento social, la prohibición de ceremonias, el sentimiento de culpa, etc., conformaron un caldo de cultivo propicio para un mayor desarrollo de duelos patológicos. Ese duelo patológico, también conocido como duelo complicado o duelo no resuelto, tiene lugar cuando los síntomas persisten durante un periodo prolongado de tiempo. Por eso fue tan importante esa cohesión social que se produjo en redes. Las nuevas tecnologías paliaron, de alguna manera, una mayor incidencia de trastornos en el duelo.
Superada la etapa más complicada de la crisis, la experiencia nos ha servido para ser conscientes de que la tecnología puede ofrecer un valor añadido al servicio funerario. El acompañamiento virtual en los funerales ha venido para quedarse y su evolución será progresiva. La frontera entre lo real y lo virtual cada vez está más cerca.
Autor: Vicente Luis Díaz Pedraza, Economista y Asesor de Marketing
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