Una excavación saca a la luz el primer cementerio de Arnedo
Después de que Roma arrasara a finales del siglo III antes de Cristo el poblado celtíbero del cerro de San Miguel, uno de los mayores y más poderosos de su época, la evidencia histórica de lo que hoy es Arnedo desapareció por siglos. En busca de llenar ese agujero de datos, la arqueología es la única aliada. En busca de información, una excavación se adentra estos días en Arnedo, la primera necrópolis conocida en la ciudad del calzado, enclavada en el propio cerro y probablemente vinculada al monasterio rupestre de San Miguel, según informa el diario La Rioja.
Dentro del objetivo de declarar Bien de Interés Cultural esta zona de gran importancia, la Dirección General de Cultura del Gobierno de La Rioja, a través de su servicio de Patrimonio, ha encargado y financia a Fundación Caja Rioja esta excavación en superficie sobre unos 385 metros2, en la mitad oriental del cerro. “Cuanta más información tengamos, damos un paso más para el objetivo de convertir en el futuro el cerro de San Miguel en un parque cultural y arqueológico”, expone Arturo Colina, gerente de Fundación Caja Rioja. Ése es uno de los anhelos de cara a la celebración de la exposición ‘La Rioja Tierra Abierta’. Y para ello la entidad acometió meses atrás la limpieza de nuevas cuevas en el conjunto de las de los Cien Pilares, toda una singularidad arnedana que atraería y maravillaría a sus visitantes.
Iniciados los trabajos el pasado 10 de junio y con dos semanas más de labor, el equipo de cuatro arqueólogos y dos peones ha sacado a la luz hasta ahora nueve tumbas antropomorfas talladas en roca que presentan distintos grados de conservación, hallando en tres de ellas restos óseos -incluido un esqueleto completo.
La necrópolis comparte el mismo espacio que más de un milenio antes ocupó el poblado celtíbero. Por ello, han aparecido en niveles de esa época restos de cerámica celtíbera, aunque en maltrecho estado.
Junto a la aparición de un silo, el hallazgo que ha sorprendido al equipo es una cantera de sillares, quizá más moderna que la necrópolis y que pudo alimentar la construcción de alguna de las iglesias en la ciudad unos siglos después. Tras esta primera campaña de excavación, una parte de lo descubierto se cubrirá parcialmente para evitar peligro entre los viandantes y el daño de la erosión, pero otra quedará a la vista de todos para que arnedanos y visitantes admiren una parte de la historia de la ciudad del calzado.