Carta de un profesional de Atención a familiares

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Desde Revista Funeraria compartimos una carta remitida por una trabajadora de Funeraria Gijonesa, que prefiere mantener su anonimato, “con el orgullo y el valor de ser funeraria.”

¿Cómo poder expresar lo que siento en estos momentos?

Nunca en mi vida viví una situación así. Nunca se me pasó por la cabeza que pudiera pasar algo de este calibre en todo el mundo. Un simple virus ha hecho que la gente pueda llegar a tener, a la vez, un miedo aterrador, una solidaridad inimaginable y un mecanismo de autodefensa que lleva a veces a imaginar que todo esto tal vez sea solo una pesadilla.

Pero no, por desgracia no lo es. Por todo esto, por primera vez en mi vida me decido a escribir. Nunca lo había hecho, ni una simple a carta a una amiga, ni un diario en mi infancia, nada. ¿Qué consigo haciéndolo? Pues… simplemente, desahogarme, y pensar, pensar en los demás, en personas que están sufriendo más de lo que deberían… en esas personas que tienen un dolor que les comprime el pecho y no les deja a penas respirar.

Soy un trabajador de una funeraria. Por suerte o por desgracia veo todos los días situaciones personales inolvidables, buenas y malas. Pero ninguna, absolutamente ninguna, buena últimamente; todo lo contrario. Ver a alguien perder a un hijo, madre, hermano o primo, ver en sus ojos, su mirada o su voz una tristeza infinita, ver el temblor de sus manos, escuchar su voz ahogada y desgarrada. Sí, es lo que suele pasar cuando se pierde a alguien a quien se quiere, a quien se ama. Cierto que tener que pasar por ello es muy duro en circunstancias normales. Pero inimaginable si añadimos que te digan que no lo puedes ver. Que no te puedes despedir. Que no puedes organizar ningún tipo de acto a modo de homenaje, de despedida digna a esa persona que a lo largo de su vida te cuidó, te respetó, te ayudó, te quiso, te dio su apoyo en todo momento, te amó… te echó broncas e incluso os enfadasteis, sí… pero era parte de tu vida.

¿Y si fallece en un hospital, si estuvo solo en sus últimos momentos y no pudiste darle la mano, un beso, decirle un simple ‘hasta luego’?

Imagínate que te dicen que no puedes ni acercarte, es más, que incluso no puedes salir de casa porque la situación sanitaria así lo exige.

Todo esto está pasando, día a día.

Pero, ¿y tu dolor? ¿Quién piensa en tu dolor?

Yo soy una de esas personas que piensa en tu dolor. ¿Por qué? Porque lo he visto, lo he oído e incluso lo he sentido, en esas miradas, esas lágrimas, esa impotencia, esa angustia, ese malestar… de todas esas personas que están sufriendo.

También sé que mis sentimientos no van a hacer que nada cambie, ni mucho menos van a hacer que alguna de esas familias se sienta mejor. Pero por ellas voy a intentar hacer mi trabajo lo mejor posible. Por ellas, y por los que ya no están, voy a acompañar a sus seres queridos en ese hasta luego. Yo intentaré estar allí para ayudar, escuchar a esas personas a las que se les está partiendo el alma, a esas personas que hoy en día ni siquiera pueden recibir un simple abrazo de apoyo… yo prometo estar allí.

Me gustaría seguir escribiendo mis sensaciones, mis sentimientos, lo que me provoca lo que vivo hoy en día en este mundo de injusticia y caos, y espero algún día poder compartirlo.

Y aunque no lo creáis, es mucho más triste ver un tanatorio vacío, sin amigos y familiares que te acompañen en ese dolor…. que un tanatorio lleno, lleno de cariño y amor….

Todo mi apoyo a esas familias que tienen el corazón roto en estos tiempos difíciles.

 

 

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