Artículo de opinión del director técnico de NorteHispana Seguros, Joan Miquel Cervera
En España unos 22 millones de personas cuentan con un seguro de decesos, según datos de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (UNESPA). Según el último informe de ‘El seguro de decesos en 2020’, elaborado por la iniciativa de divulgación Estamos Seguros de la misma asociación, cerca de la mitad de la población (un 47%) estaba protegida por este tipo de pólizas, un dato que contrasta con el enfoque del resto de países europeos, donde no existe como tal, sino que se inscribe como una serie de coberturas de los seguros de vida.
Estas cifras convierten al seguro de decesos en el tercer producto más contratado a nivel nacional, únicamente superado por el seguro de automóviles, que es obligatorio, y el de hogar. Pero, ¿qué ha llevado al seguro de decesos a mantener año tras año tal nivel de penetración en nuestro país? Tradicionalmente, este producto ponía a disposición de los clientes garantías que facilitaban la gestión del entierro y se hacían cargo de sus gastos, un desembolso que en España oscila entre los 3.500€ para los sepelios más básicos hasta los 10.000€ para un servicio con extras.
A estas cifras, que varían notablemente en función de cada provincia, habría que añadir unos 6.000€ más si el fallecimiento se ha producido en otro país y es necesaria una repatriación. Sin embargo, mucho más allá de esta visión, a lo largo de los años el seguro de decesos ha evolucionado desde un enfoque básicamente indemnizatorio hasta abarcar, actualmente, un amplio abanico de prestaciones que se suman a las garantías relacionadas con el sepelio. Así, estas nuevas garantías pueden ir desde el cuidado del bienestar, a través de amplios cuadros médicos para dar acceso a la medicina privada, incluyendo en ella la salud dental, a la atención de las mascotas, la gestión del legado digital o el cuidado del hogar.
En definitiva, el objetivo del seguro de decesos no es otro que cuidar de la mejor manera posible de los asegurados y, para ello, el sector se ha volcado en añadir servicios de valor añadido, estén o no relacionados con el sepelio. Las aseguradoras han hecho, y siguen haciendo, un gran trabajo para ser capaces de adelantarse a cuáles son los problemas que más preocupan a la sociedad. ¿Con qué fin? Tan sencillo como ofrecerles una solución con la que puedan sentirse cómodos, acompañados y protegidos. Por eso, el seguro de decesos ha evolucionado y seguirá haciéndolo al ritmo que la sociedad le marque.
Consulta el artículo completo en el número 164 de Revista Funeraria.