El pasado 29 de octubre, el diario La Verdad de Murcia publicaba el artículo ‘Difuntos 3.0’, un texto relativo a la aparición de nuevas tendencias en el sector funerario, como la proliferación de ceremonias civiles o el impulso del uso de tecnologías digitales. A continuación, reproducimos el texto, de interés para nuestros lectores.
A los inevitables vídeos en bautizos, comuniones y bodas se suma ahora, como se veía venir, aquellos que se proyecten durante un funeral. Porque esta es la última tendencia para la que algunas funerarias ya están preparadas. La de Jesús, histórica en la Región, acaba de preparar a sus empleados en la organización de los llamados entierros civiles, que incluirán imágenes o fotografías de los difuntos si sus familiares lo solicitan.
Las ceremonias civiles se desarrollaban hasta ahora en una sala especial, sin adorno religioso alguno, donde los deudos despedían a sus seres queridos como se les antojara. Ahora, esta variedad de entierro entra de lleno en el nuevo siglo y sus costumbres audiovisuales.
Natalia Planas Albarracín, gerente de la Funeraria de Jesús, quinta generación al frente de un negocio fundado hace siglo y medio, aclara que, en estos casos, “primero se entrevista a la familia para ver cómo pueden participar en la ceremonia. Lo normal es que lean algún texto poético y que aporten fotos o imágenes del finado”.
Además, un maestro de ceremonias dirigirá todo el acto. Y es muy posible que, en un futuro no muy lejano, también se lance a internet. De hecho, Jesús fue la primera funeraria murciana que, entre otros adelantos, ofreció la posibilidad de dar el pésame a través de la Red. Son las nuevas tendencias, a las que se suman también proyectores. “Con ellos existe la posibilidad de ofrecer vídeos o bien proyectar una sola foto que presida la ceremonia”, continúa Natalia. En el primer caso, no deberían ser vídeos muy largos, apenas lo que dure la canción que acompaña las imágenes. Salvo que, una vez más, los familiares decidan otra cosa o el finado así lo dejara establecido antes de morir.
Otros murcianos, igual de previsores, también prefieren acordar directamente con la funeraria cómo y cuánto costará su entierro. Son aquellos que no desean pagar durante años un seguro de vida, que más bien es siempre de muerte.
Si los remotos velatorios en los hogares, donde igual se recibía el pésame a pie de féretro que se ofrecían copas de coñac, pasaron a la historia, el mismo camino lleva la costumbre de velar a los fallecidos toda la noche. Ni siquiera en la funeraria, donde ahora se traslada casi el cien por cien de los cadáveres. Así lo asegura Natalia, quien añade que “se ha reducido el número de personas que se queda toda la noche en nuestras instalaciones. Cada vez menos”. Sobre todo cuando se trata de familias de la ciudad.
Cánticos improvisados
Pese al avance de las nuevas tecnologías y modos de entender el tránsito al más allá, existe una tradición que todavía aguanta el envite de los tiempos. Se trata del histórico alboroque o costumbre de brindar, previa comida como es normal en estas latitudes, en memoria del fallecido. “Es una costumbre que sigue en vigor, unas veces porque el fallecido lo dejó previsto; otras, como iniciativa de sus familiares y amigos”, explica Natalia.
En alguna ocasión, más que alboroque, auténticas fiestas se han montado aún con el cuerpo presente. Sobre todo improvisados cánticos de algunos credos religiosos. Quienes no parecen para muchos cantes son los dueños de las funerarias. Al parecer, el aumento en la competencia ha obligado a ajustar los márgenes hasta el extremo. Eso, sin contar que ya no se celebran entierros ‘de primera’. “Eso pasó también a la historia”, concluye Natalia. Como todo en la vida.
Vía: Diario La Verdad. Ver artículo ‘Difuntos 3.0’