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‘La sostenibilidad: un reto para el sector funerario’, por Carlos Gallego Gómez, Experto en Sostenibilidad

El sector funerario no es ajeno a los retos a los que se enfrentan las empresas y la humanidad en su conjunto. Sus clientes principales, las aseguradoras, se enfrentan a exigencias normativas, que necesariamente tendrán que trasladar a sus proveedores, las empresas del sector funerario. Sus clientes, todos, cada día más responsables y exigentes con servicios que den respuesta a los criterios ASG, vertebradores de la Sostenibilidad, discriminarán, de manera positiva, en su elección.

La sostenibilidad marcará un antes y un después en los negocios y en la forma de entender la atención a las personas, en uno de los momentos más dolorosos en sus vidas y será, sin duda, la palanca necesaria para afrontar la competitividad, en un mercado cada día más exigente, y unos consumidores cada día más informados y sensibilizados.

Además, y sin entrar en discusiones científicas, que no vienen a cuento, de momento, hay una realidad de la que no podemos ser ajenos; el mundo es redondo y finito (a no ser que se demuestre lo contrario o ya estemos viviendo en el Metaverso), con una demografía creciente y con unos recursos escasos y finitos. El planeta se enfrenta a retos a los que tampoco es ajeno el sector funerario. A modo de ejemplo, y desde una perspectiva general, se pueden citar: las fuentes de energía fósiles, los movimientos demográficos y cambios culturales asociados a los ritos de despedida, la salud de las personas, los riesgos reputacionales por ignorar la aplicación de los criterios ASG, la competitividad en un mercado cada día más exigente, las nuevas tecnologías en inteligencia artificial como gestores de posibles eficiencias, la seguridad de los trabajadores y los derechos de igualdad, inclusión y accesibilidad. Todo ello dentro de una manera distinta de hacer negocios, en el marco de una diligencia debida.

El momento para tomar decisiones valientes no se puede dilatar, en aras de una cuenta de resultados anual; la estrategia tomará el relevo a lo táctico y el corto plazo dará paso a un reto de largo alcance. Las inversiones que el sector deberá afrontar no dependerán de una decisión cortoplacista, guiadas por los resultados inmediatos. La posición que el sector, en su conjunto, ocupará, en un espacio impulsado por la eficiencia y los resultados, dependerá de las decisiones que, hoy, se tomen en las empresas. Todo ello unido a la responsabilidad que un sector (1.300 empresas, 2.567 tanatorios, 537 crematorios y 12.000 empleados) representa.

La sostenibilidad, una realidad necesaria

La sostenibilidad ha dejado de ser un paradigma para convertirse en una realidad necesaria, impulsada por dos vectores; la normativa y la exigencia de sus clientes.

En primer lugar, es imprescindible, fuera de todo dogmatismo innecesario, y desplazando debates estériles sobre la oportunidad, o no, de afrontar unas inversiones costosas para abordar los retos que las exigencias de una normativa compleja impulsan, conocer y saber, de qué se habla, cuando se habla de sostenibilidad. Muchos son los que hablan, pero pocos son los que conocen en detalle la trascendencia y relevancia del impacto que el término acompaña. Antes de comenzar a debatir sobre ello, es preferible saber “de qué estamos hablando”.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático estableció unos objetivos de alcance global, los famosos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como marco global y, ambición planetaria, para “un mundo mejor”. Siendo conscientes de que todos los objetivos globales y ambiciosos requieren de un compromiso común, espaciado en el tiempo, y de un liderazgo intenso, suponen, sin embargo, un marco ambicioso en el que todos los países alumbran un compromiso para alcanzar un mundo mejor, medioambientalmente sostenible y una forma de gobernar las empresas, más estable y, sobre todo, un mundo más justo para las personas.

El Pacto Verde Europeo marca el camino en el continente europeo; la ambición. Debates innecesarios sobre el impulso que otras regiones mundiales quieran dar a la sostenibilidad, tan solo aplaza y alarga las decisiones sobre lo que únicamente compete al ámbito europeo. Lo queramos, o no, vivimos en un espacio común legislativo, la Unión Europea, en el que se establecen unas exigencias de cumplimiento que competen, necesariamente, a las empresas que conforman dicho espacio. Dicho en otras palabras: lo que hagan los chinos y los americanos no afecta a lo que ocurra, de momento, en el espacio de convivencia común europeo. Es más, los productos que provengan de dichas regiones tendrán que cumplir con unos requisitos de entrada exigentes para el espacio europeo. Dicho de otra manera: si quieres vender en Europa, tendrás que cumplir con las normativas que Europa ha establecido. ¿Comprar productos que no cumplan con los criterios ambientales, sociales y de gobierno regulados en Europa? Difícil.

El Plan Nacional de adaptación al cambio climático, la Ley de cambio climático y Transición Energética y, la Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, establecen el marco regulatorio en el que todas las empresas, incluidas las del sector funerario, deberán incluir sus acciones.

No tener en cuenta la legislación anterior (una pequeña representación de todo lo que se está regulando en la Unión Europea y en España, al respecto de la sostenibilidad, el cuidado del medio ambiente, las personas y, la diligencia debida en la forma de hacer negocios), supondría un error de cálculo, que no nos podemos permitir.

Las aseguradoras, y todas las empresas (las que cumplan con unos requisitos de volumen de facturación y número de empleados) están obligadas a emitir unas Memorias de Sostenibilidad, en las que informen sobre las acciones realizadas en el ámbito medioambiental, social y de gobernanza. ¿Es posible imaginar que una aseguradora, o una empresa obligada a reportar sobre unos estándares de calidad y sostenibilidad, no revierta en sus proveedores estas exigencias? ¿Es posible imaginar que, unos proveedores, del sector funerario, sometidos a las mismas exigencias a las que se verán sometidas las funerarias, no reviertan en su cadena de valor? Se ha iniciado un camino virtuoso en el que la exigencia vendrá demandada “de arriba a abajo”. Aquella empresa que no ajuste sus planes y estrategias a estas demandas actuales, pero sobre todo futuras, se encontrará en una posición competitiva desfavorable. En breve, todas las aseguradoras someterán a encuestas de materialidad a sus proveedores. En breve, todas las aseguradoras y, todos los clientes, comenzarán a pedir información sobre la gestión sostenible de sus proveedores y clientes.

En segundo lugar: los clientes, todos ellos, comenzarán a demandar servicios que cumplan con los criterios ASG. La duda que surge es si estarán dispuestos a realizar una discriminación positiva en la tipología del servicio. Pero lo que sí parece evidente es que exigirán, por descontado, que todas las prestaciones cumplan con unos requisitos sostenibles.

¿Qué es la Sostenibilidad? “El desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social”.

En palabras coloquiales, crecer hoy, “haciéndolo bien”, para seguir creciendo mañana. Eso sí, siendo respetuosos con el cuidado al medio ambiente, el buen gobierno de las empresas y  las personas.

Un proverbio indio lo resumía, a mi juicio, de manera más clara: “No heredamos la tierra de nuestros antepasados, sino que la tomamos prestada de nuestros hijos”.

¿Qué son los criterios ASG?

Los criterios ASG son un marco de actuación para las empresas, expresado en objetivos concretos de actuación. Los criterios ambientales, sociales y de gobierno, “aterrizan” los Objetivos de Desarrollo Sostenible a la empresa. Las compañías deben cumplir y, reportar sobre sus actuaciones en cada una de estas “columnas vertebradoras”.

Ambientales “A”. Gestión de riesgos, emisiones de CO2 a la atmósfera, control del consumo de agua, gestión de los residuos, las políticas de compras a proveedores sostenibles, el consumo de energías renovables, la venta de productos sostenibles y el cuidado de la biodiversidad en aquellos lugares en los que está implantada, son algunos de los aspectos sobre los que vertebran.

Sociales “S”. Gestión de riesgos, retención del talento en las empresas, cuidado de la Seguridad y Salud, políticas de conciliación y diversidad, protección de los derechos humanos y control de los proveedores, como marco principal en el cuidado de las personas; los trabajadores.

Buen gobierno “G”. Gestión de riesgos, políticas de compliance, de control del soborno y la corrupción, prevención del blanqueo de capitales, gestión de la cadena de suministro para que todos los recursos provengan de fuentes ajustadas a los requerimientos comunitarios, la transformación digital y, sobre todo, la seguridad informática y protección de los datos (personales y de empresa).

El sector funerario no es ajeno a todo lo indicado. Un marco global planetario, unas normativas europeas y nacionales, unos criterios vertebradores ASG en torno a la propia actividad y las personas, pero, sobre todo, una responsabilidad frente a la empresa para generar crecimientos futuros, marcan la manera en la que se deberán abordar las cuentas de resultado a partir de ahora.

Aplazar la inversión, reducir la perspectiva, no tener en cuenta que el “efecto cascada” proyectará nuestras decisiones, lo queramos o no, derivará en consecuencias sin duda indeseadas.

El sector funerario conforma el último eslabón de la cadena sociosanitaria. Su relevancia, en los aspectos medioambientales y sociales, es indudable. Ejerzamos y lideremos esa responsabilidad. Dar ejemplo está en nuestras manos. Liderar la transformación energética y social, también.

linkedin.com/in/carlosgallegogomez

Consulta el artículo completo en el número 177 de Revista Funeraria. 

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