XII Especial Cementerios. Entrevista a Alejandro Ramón Álvarez, Concejal Delegado de Cementerios y Servicios Funerarios del Ayuntamiento de Valencia
La Concejalía de Cementerios y Servicios Funerarios del Ayuntamiento de Valencia, encabezada por Alejandro Ramón Álvarez, dedica sus esfuerzos en poner en valor la historia y el patrimonio de los cementerios que gestiona, respetando siempre su función principal: preservar el recuerdo y rendir homenaje a los seres queridos que ya no están entre nosotros. Asimismo, y en línea con las nuevas demandas de la sociedad, ofrece innovadores y variados destinos finales respetuosos con el medio ambiente en los diversos cementerios de su competencia, entre ellos el Cementerio General de Valencia. Con más de 215 años de historia, este camposanto es miembro de la Asociación de Cementerios Significativos de Europa (ASCE) y desde 2014 forma parte de la Ruta Europea de Cementerios.
¿Qué cementerios gestiona el Ayuntamiento de Valencia desde la concejalía que usted preside? ¿Qué características destacaría?
Gestionamos siete cementerios: el Cementerio de El Palmar, el Cementerio Municipal del Grao, el Cementerio General de Valencia, el Cementerio de Campanar, el Cementerio de Benimàmet, el Cementerio Massarojos y el Cementerio del Cabañal.
La tipología de cada uno de ellos es diferente; son los camposantos que antes pertenecían a los pueblos que posteriormente se anexionaron a Valencia. En definitiva, son cementerios pequeños, a excepción del Cementerio General de Valencia, que cuenta con 21 secciones y una tradición más modernista.
En líneas generales, destacaría el carácter histórico y la monumentalidad que tienen estos recintos funerarios, especialmente los mausoleos del siglo XIX y principios del siglo XX. La riqueza artística de los cementerios de Valencia es extraordinaria y cuenta con obras realizadas por artistas tan conocidos como Sorolla o Mariano Benlliure.
¿Qué objetivos persiguen desde el consistorio en lo que a gestión cementerial se refiere?
El objetivo que perseguimos es poder dar más opciones en cuanto a oferta para que la ciudadanía no solo pueda elegir entre el nicho o la incineración.
En este sentido, las cifras de cremaciones siguen aumentando. En el caso de Valencia, ¿cuál es el procentaje de incineración con respecto al entierro tradicional?
Actualmente está en dos terceras partes, casi el 70%. Desde que el número de cremaciones superó al de inhumaciones, hace varios años, la opción de la cremación no ha dejado de crecer.
Como consecuencia de este aumento de las incineraciones, los cementerios han ido adaptándose con nuevos productos y espacios para el destino final de las cenizas que hace unos años no eran tan comunes. ¿Cuáles son las iniciativas que han llevado a cabo desde el consistorio en este ámbito? Qué otras tienen previsto llevar a cabo?
Por un lado, en el Cementerio General, tras la incineración, las familias tienen la opción de esparcir las cenizas en el ‘Río de la Vida’. Este sistema, ubicado en un jardín, cuenta con una plataforma elevada en la cual se coloca una hornacina decorativa con un receptáculo donde se introduce la urna cineraria, de forma que las cenizas son arrastradas por una corriente de agua de riego hacia un río seco rodeado de una zona ajardinada formada por guijarros, vegetación lacustre, once bebederos para aves y oxigenadores que evitan el estancamiento del agua. Finalmente, el perímetro de la parcela está envuelto de motas con vegetación mediterránea para dotar de intimidad el espacio con romero, lavanda, palmitos, laurel, juncos, ajos silvestres y cañizo.
Por otro lado, hemos introducido recientemente las urnas biodegradables con árbol. Para aquellas familias que eligen la incineración, les ofrecemos la opción de entregarles desde el Ayuntamiento y de forma totalmente gratuita una urna biodegradable y un árbol a elegir entre varias opciones como pino u olivo. Son arbolitos de un palmo que, una vez enterrada la urna biodegradable, se plantan sobre la misma, en el lugar que elijan, en recuerdo de la persona fallecida. Asimismo, también vamos ampliando el número de columbarios en los cementerios.
El cuidado al medio ambiente se ha convertido en los últimos años en un aspecto clave en la gestión de cualquier actividad. ¿Qué proyectos realizan en aras de una mayor sostenibilidad?
Además de las iniciativas citadas anteriormente para el destino final de las cenizas, tenemos un proyecto muy singular denominado Requiem in Power (RIP), que vamos a iniciar dentro de poco. Utilizaremos los nichos para poner placas solares fotovoltaicas de 2,8 MW en algunos de nuestros cementerios. Ya en 2019, el Ayuntamiento de Valencia aprobó, a través de la Concejalía de Gestión de Recursos, la instalación de 216 placas fotovoltaicas en el Cementerio General con el fin de que el servicio municipal de cementerios se autoabastezca en un 71,6 %.
La conservación y difusión de los elementos artísticos e históricos de los cementerios es uno de los aspectos que trabajan desde su concejalía. ¿Qué propuestas desarrollan para dar a conocer el patrimonio cultural de estos recintos funerarios?
Desde hace más de 13 años tenemos las ‘Rutas del Silencio’. Son rutas guiadas gratuitas que se convocan una vez al mes en el Cementerio General de Valencia y en el del Cabañal. Lo que pretendemos es contar la historia del cementerio y dar a conocer su patrimonio funerario, arquitectónico, cultural, artístico e incluso arbóreo.
¿Cómo creen que serán los cementerios del futuro?
Para asegurar el futuro de los cementerios hemos de buscar alternativas al nicho tradicional, que sean más sostenibles y que no impliquen la constante ampliación de los camposantos. Cementerios en vertical, incineración, urnas-árbol, el ‘Río de la vida’… soluciones que no demanden consumir más espacio de la ciudad.
El Cementerio General de Valencia es muy grande y sigue creciendo, por eso creo que en algún momento este crecimiento debe limitarse; y en este contexto nuestro reto es buscar otras opciones.
Antes de finalizar la entrevista, ¿le gustaría compartir algo más con nuestros lectores?
Hemos creado un monolito dedicado al centenar de víctimas valencianas del nazismo que estuvieron en el campo de concentración de Mauthausen y que hasta ahora no contaban con una obra que les rindiera homenaje. Se trata de un monolito singular fabricado con tierra con adobe, una técnica mediante la cual se construían las antiguas barracas de Valencia, formadas por ladrillos de adobe con paja de arroz. Al estar compuesto por tierra, será menos duradero, y con las lluvias, el sol, el frío y el calor se irá degradando e irá perdiendo su forma hasta llegar a desaparecer con el paso de los años.
Lo hemos hecho intencionadamente como una analogía a la memoria, la cual hay que ir reconstruyendo y trabajando para no olvidar con el paso del tiempo. Es un mensaje poético, pero también reivindicativo.