‘Un museo al aire libre que respira historia por los cuatro costados’. Se trata de una frase extraída de uno de los vídeos que los visitantes del Cementerio General de Reus escuchan durante la visita cultural que puede realizarse a este equipamiento funerario de la provincia de Tarragona dentro de las actividades programadas desde Serveis Funeraris Reus y Baix Camp y el Ayuntamiento de Reus con el objetivo de divulgar la riqueza histórica y cultural del espacio.
Cabe recordar que la creación del Cementerio General de Reus fue posible gracias a la generosidad del empresario y político liberal reusense Josep Sardà i Cailà, ya que determinó que su legado se destinaría a su construcción. Así, siguiendo su voluntad, el día 3 de enero de 1871 se llevaba a cabo la primera inhumación en un espacio que, según la voluntad expresa de Sardà, debía acoger a toda la sociedad reusense sin tener en cuenta sus creencias personales, su posición social o su condición económica.
En aquel momento, Reus vivía un momento de máximo esplendor gracias al progreso de su economía –no en vano, era considerada entonces la tercera ciudad de Catalunya–, alentada en parte por la riqueza derivada del ámbito vinícola de la zona, conocida como la comarca del Priorat.
Precisamente, esta industria basada en la producción de vino fue la causa por la que el ciudadano francés Josep Boule i Moncet decidió trasladarse a la ciudad de Reus como trabajador de una empresa dedicada a la construcción de barricas de vino destinadas a las empresas que elaboraban en los municipios prioratinos vino y otros licores que se transportaban a Europa, vía terrestre o marítima, desde el Puerto de Tarragona.
Creación de la sepultura
Con el paso del tiempo, Boule decidió crear su propia empresa y la buena marcha económica del sector –hasta la llegada de la plaga de la filoxera de la vid, que afectó gravemente los viñedos– le permitió sumar una buena fortuna, parte de la cual destinó al proyecto de construcción de un fastuoso panteón en el Cementerio General de Reus. Es el que hoy conocemos como Panteón Boule, el cual recientemente ha sido restaurado. Esta remodelación ha sido una de las actuaciones más relevantes llevadas a cabo en el recinto funerario en los últimos años.
Construcción del Panteón Boule
El Panteón Boule cuenta con una consideración especial dentro del recinto, ya que fue uno de sus primeros conjuntos funerarios. Se construyó en 1882 a partir del proyecto del arquitecto Francesc Blanc i Pons, quien concibió el mausoleo como una capilla neogótica a la que se añadió una cripta subterránea.
Josep Boule i Moncet escogió una construcción en mármol blanco, siguiendo las premisas y proporciones propias de la arquitectura gótica, con una planta centralizada cuadrangular de simetría radial.
El cercado del monumento funerario presenta una reja de metal que rodea un espacio de unos 72 metros cuadrados. Cada esquina de la valla cuenta con el símbolo de una corona, como referencia a la ascensión, es decir, al paso en el que el difunto deja el mundo terrenal para recorrer el mundo espiritual.
Entrada al monumento
La entrada al Panteón se realiza a través de un tramo de tres escalones de mármol de una sola pieza, que dan paso a la puerta de acceso, cubierta por un arco de medio punto con varias canelitas concéntricas sobre las que se soporta un arco flamígero superior. A su vez, se encuentra flanqueada por columnas adosadas de capiteles corintios con decoración vegetal. Sobre la puerta, en la que se inscribe la identificación de los propietarios del panteón, ‘J. Boule y Familia’, encontramos la figura de un ángel intercesor, de postura y formas elegantes.
El conjunto está cubierto por una cúpula de base octogonal, cuyos vértices aparecen rematados por pináculos con zarcillos. Sobre esta cúpula se ubica una linterna sobre la que descansa la cruz arbolada que corona el monumento.
Interior del Panteón
En el interior del conjunto se alza un altar de mármol presidido por un Cristo, junto al cual dos pedestales apoyan sendos bustos, creación de Joan Roig y Soler, de tamaño natural, también de mármol, que representan a Josep Boule y a su esposa. El panteón cuenta con dos ventanales laterales decorados con vidrieras de cristales poli-cromados, especialmente con colores verdes, azules, amarillos y rojos, que enriquecen la luz natural que penetra hacia el centro de la cripta. La cúpula del mausoleo está envuelta por las tres virtudes teologales que representan la fe, la esperanza y la caridad.
Proceso de restauración
Las obras de restauración del Panteón Boule, finalizadas recientemente, se han llevado a cabo a partir de un convenio con la Escuela de Arquitectura de la Universidad Rovira i Virgili. Ha sido desarrollado bajo la dirección de los arquitectos y profesores Sergio Coll Pla y Agustí Costa Jover. El proyecto y la intervención puso de manifiesto que el estado de conservación general del Panteón Boule era bueno y no se identificó ningún riesgo estructural que pudiera comprometer la estabilidad de la edificación.
Sin embargo, se localizaron algunos procesos de degradación que con la intervención prevista se han solucionado. Éstos afectaban especialmente al exterior del panteón, donde se podían observar algunos pequeños desprendimientos, especialmente en las partes superiores de los pináculos, la cornisa y algunas decoraciones florales.
Destacar que el elevado grado de porosidad de la piedra utilizada en la construcción también había favorecido la penetración de humedades y, por tanto, la erosión y deterioro por la existencia de plantas, líquenes y musgos.
También se observó la alteración de algunos elementos a nivel cromático. Este hecho no se registró como una patología, puesto que no atenta contra la durabilidad del material, pero se tuvo en cuenta a la hora de definir las actuaciones de limpieza. Respecto al espacio interior, las actuaciones han afrontado la aparición de determinadas humedades por filtración de agua de lluvia en la cúpula que cierra el espacio.
Dos tipos de actuaciones
Así, se han llevado a cabo dos tipos de actuaciones. Las orientadas a evitar la degradación de materiales constructivos y que han incluido la restauración de superficies pétreas (se diferencia entre elementos exteriores, interiores y pavimentos); la protección de las superficies pétreas frente a las humedades por filtración de agua, y el tratamiento de oxidaciones en las vigas de la cripta, la puerta de acceso y el cierre perimetral, así como la limpieza de vidrieras.
En cuanto a los trabajos destinados a restituir elementos escultóricos, destaca la consolidación de diversas piezas. Entre ellas, algunas hojas de acanto, la cruz central, el ángel y algunas partes de los pináculos.
“La restauración de un elemento patrimonial y singular como éste ha supuesto cumplir con unos requerimientos técnicos muy específicos que nos han llevado a actuar con la máxima precaución y exigencia”, explicaba la concejala responsable de Servicios Funerarios Reus y Baix Camp, Montserrat Flores.
Consulta el artículo completo ‘El Cementerio General de Reus, testimonio vivo de la historia de la ciudad‘ en el XII Especial Cementerios, editado por Revista Funeraria.
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