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Liderar es influir en las personas

Un artículo de Vinícius Chaves de Mello, profesional del sector funerario desde hace más de 25 años en Brasil. Es columnista de la revista American Exequial  y escritor del libro “Guía Práctica de Gestión en el Sector Funerario”.

 

El liderazgo, cada vez más, se aleja del mero título. El liderazgo implica la capacidad de influir, e influir no se trata de ser idolatrado. La capacidad de influir está relacionada con la capacidad de intercambiar, de ofrecer algo que la gente encuentre valioso. A través de nuestras acciones, cada uno de nosotros deja una huella en el entorno que nos rodea. La forma en que los demás nos perciben determina nuestra capacidad de influencia. Cuanto más alineado esté nuestro discurso con nuestras acciones, mayor será nuestra credibilidad y, en consecuencia, mayor será nuestra esfera de influencia.

En resumen, nuestro comportamiento tiene un impacto directo en nuestra capacidad de influir en las acciones de otras personas. Como señaló John Maxwell: “No importa cuán inteligente, técnicamente competente, entusiasta, tranquilo, ingenioso y ambicioso seas, si no sabes cómo relacionarte con la gente, fracasarás como líder“. Tanto en nuestra vida personal como en el lugar de trabajo, debemos entender que si queremos cambiar el comportamiento de otra persona, debemos utilizar medios persuasivos para animarla a cambiar su comportamiento. Siguiendo la intuición de Galileo Galilei, “no se puede enseñar nada a nadie. Sólo se puede ayudar a una persona a descubrir por sí misma lo que quiere aprender“.

En este proceso, los gerentes deben considerar su capacidad para influir en el tiempo disponible para efectuar el cambio. Para actuar en este equilibrio, el gerente debe actuar estratégicamente.

Inteligencia emocional

Las emociones son estados mentales que derivan de las transformaciones que se producen en nuestro organismo en respuesta a las percepciones del entorno y a la necesidad de adaptación. Las emociones aumentan nuestra capacidad de adaptación al entorno, pero a veces no nos llevan a actuar de la manera más adecuada en una situación determinada. A veces nos ayudan, a veces nos pueden hacer daño.

El dominio emocional, es decir, la capacidad de controlar los impulsos y dirigir las emociones de forma adecuada es la esencia de la mencionada inteligencia emocional. El desarrollo de la inteligencia emocional es una habilidad fundamental para cualquier directivo, ya sea en el ámbito personal o en el laboral. Se convierte en una habilidad crucial que todos los líderes deben perfeccionar para lograr el éxito en la influencia y gestión de equipos.

La inteligencia emocional engloba cinco competencias básicas:

1.Autoconciencia emocional: Implica la capacidad de identificar los sentimientos cuando se producen.

2.Control emocional: Se refiere a la capacidad de manejar los propios sentimientos de una manera que sea apropiada a las circunstancias de uno.

3.Automotivación: Consiste en dirigir las emociones en la búsqueda de metas y mantener la motivación continua en busca de logros.

4.Empatía: Implica la capacidad de reconocer y comprender las emociones de otras personas.

5.Habilidades sociales: Implica saber establecer y mantener relaciones interpersonales de manera efectiva.

Al igual que un entrenador talentoso, un líder necesita perfeccionar su destreza emocional y perfeccionar sus habilidades interpersonales, al igual que un entrenador que entiende a todos los jugadores de su equipo. Esto significa comprender qué los motiva, qué tan efectivos pueden aprovechar sus habilidades y cómo mejorar la colaboración entre ellos.

En un campo deportivo, nadie puede inyectar motivación directamente en un atleta, al igual que nadie puede forzar la motivación en un miembro del equipo. La motivación es una chispa interna que forma parte de nuestra competencia emocional. Sin embargo, el líder tiene el poder de influir en el equipo para que se involucre con entusiasmo en los procesos, supere su propio desempeño y realice el propósito de sus acciones. Este enfoque genera satisfacción en el equipo, alimentando un engranaje efectivo que fortalece la automotivación de los empleados.

Motivar al equipo es similar a dividir los roles en un juego, tratar a cada jugador como un profesional maduro y compartir con ellos los desafíos y objetivos a alcanzar. Para transferir responsabilidades y mantener al equipo motivado, el líder necesita fomentar el empoderamiento, logrando un equilibrio entre el control y la autonomía. ¿Y cómo logra este equilibrio? A través de la “delegación”.

Conocimiento profundo del equipo de trabajo

La delegación, análoga a la creación de un equipo deportivo, es el resultado de un análisis cuidadoso por parte del gerente, comparando las tareas a realizar con las habilidades del equipo. Un líder que no conoce profundamente a su equipo no puede delegar de manera efectiva. Los gerentes que rehúyen la delegación están constantemente luchando contra el tiempo, como bien señaló Peter Drucker: “El tiempo es el recurso más limitado y, a menos que se administre, no se puede administrar nada más“.

Al igual que un entrenador habilidoso influye en sus jugadores, la influencia es una herramienta poderosa para lograr objetivos y crear un entorno de cooperación y apoyo. Este aspecto es particularmente crucial cuando la colaboración es esencial. Ningún líder, incluso con autoridad formal, logra sus objetivos sin la capacidad de influir. La influencia es la clave para ganar aliados y alcanzar objetivos, construyendo un ambiente de colaboración y apoyo mutuo.

El futuro del liderazgo

La historia nos enseña que lo que funcionó en el pasado a menudo no se sostiene en el futuro, al igual que un caballo que una vez ganó una carrera no garantiza la victoria en las próximas carreras. La pandemia se reveló como un cambio repentino en la pista, acelerando una serie de transformaciones. Los hábitos y prácticas tradicionales, hasta ahora considerados la línea de meta, han sido superados. Ha surgido un nuevo orden social y económico y, ahora más que nunca, es fundamental que la agilidad coincida con la velocidad del cambio.

En una carrera contra el tiempo, la incertidumbre aumenta a medida que el futuro se despliega ante nosotros. Y para superar este reto, es necesario estar por delante, liderando con una velocidad compatible con la transformación. Para aquellos que ya se están quedando atrás, la única alternativa es acelerar para mantenerse al día con el ritmo del cambio.

El mercado funerario se está convirtiendo en un verdadero circuito de alta velocidad, donde las empresas compiten en una carrera implacable. Lo que una vez fue innovación pronto se convierte en algo común, y una gran cantidad de productos se convierten rápidamente en una mercancía. La adopción rápida, fácil y asequible de nuevas tecnologías acelera aún más el ritmo de la competencia. La supervivencia ahora depende de la capacidad de reaccionar de inmediato.

Cómo liderar

Entonces, ¿cómo liderar en este entorno de alta velocidad? ¿Está el liderazgo preparado para seguir el ritmo de la aceleración del cambio?

A pesar de que el mundo gira cada vez más rápido, convertirse en líder es un viaje largo y desafiante sin atajos ni atajos mágicos. Es un proceso continuo que requiere cambios y aprendizajes constantes. El liderazgo es una búsqueda continua para superar los desafíos y ajustar el rumbo en medio de la complejidad y la fluidez de los tiempos actuales.

Imaginar escenarios futuros, anticiparse a los cambios y equilibrar los objetivos

Para liderar, es necesario imaginar escenarios futuros, anticiparse a los cambios y equilibrar los objetivos a corto y largo plazo. El liderazgo implica hacer las preguntas correctas y no necesariamente tener todas las respuestas. Es un papel de influencia, más que un ejercicio de autoridad.

En la carrera por el liderazgo, la gerencia se guía por la responsabilidad, pero el control proviene del poder de la influencia. Influir no significa necesariamente ser amado o tratar de imponer respeto a través del miedo. Es, ante todo, una cuestión de confianza.

Para inspirar confianza, el líder primero debe confiar en sí mismo, en sus habilidades y motivaciones, creyendo que sabe qué dirección tomar. Además, es fundamental confiar en tu propio carácter, creyendo que tus intenciones son justas y que funciona en beneficio de tu equipo. Como en un equipo de atletas en un recorrido desafiante, la confianza es el combustible que los lleva a la victoria.

Conocer las habilidades del equipo

En el escenario actual, los equipos se construyen en función de las habilidades de sus miembros, y los roles se alternan a medida que surgen demandas que resolver. El enfoque más efectivo es centrarse en el propósito, ya que esto es lo que establece las conexiones entre las ideas y los individuos. Liderar un equipo implica establecer objetivos concretos que se alineen con un propósito claro. El gerente debe garantizar la armonía y cultivar un sentido de comunidad en relación con las nuevas estrategias y planes.

Se necesita una transformación profunda en la forma en que las personas desempeñan sus funciones. Es hora de ir más allá de las estructuras aisladas, optimizar el funcionamiento del equipo y adoptar un enfoque de redes. La interdependencia y la competencia por los recursos son cada vez más intensas. Lo que puede parecer contradictorio en realidad converge. La comunicación juega un papel crucial en este proceso y debe ser franca y personal. Todos deben entablar diálogos con intercambio y escucha activa, en lugar de simples monólogos intercalados.

Ambiente de confianza y seguridad

La gente necesita tener confianza en que hay un plan sólido, un camino a seguir. El líder debe asegurarse de que todos colaboren hacia un objetivo común, independientemente de si trabajan en persona o de forma remota. Es hora de dejar de lado el mando y el control y adoptar un enfoque de ecosistema colaborativo.

Los gerentes que creen que necesitan involucrarse personalmente en todos los aspectos del proceso deben repensar sus perspectivas. El énfasis ya no está en la cantidad, sino en la calidad. No se trata solo de esfuerzo, se trata de resultados. El liderazgo debe entender que estar ocupado no es sinónimo de ser productivo. Finalmente, los líderes se están dando cuenta de que no necesitan monitorear de cerca el desempeño individual.

Deben crear un ambiente de seguridad psicológica, lo que implica dejar margen de error, algo que no es fácil. Desde la infancia, aprendemos que los errores son punibles. Esto nos hace sentir vulnerables al juicio de los demás, ya que el error expone nuestra fragilidad.

Sin seguridad psicológica, los empleados dudarán en expresar libremente sus opiniones, se sentirán vulnerables y tendrán miedo de ser juzgados. Los grupos en los que los miembros tienen diferentes perspectivas y espacio para intercambiar ideas producen soluciones de mayor calidad. Sin seguridad, las personas tienden a aferrarse a lo familiar, evitando el cambio.

La influencia del líder

Corresponde al líder ser el catalizador de esta transformación en la cultura organizacional, que es el núcleo de las empresas, abarcando valores, creencias, hábitos, tradiciones y representaciones simbólicas.

El liderazgo se modela con el ejemplo. Un líder pone en práctica lo que predica e inspira a través de sus acciones. Una cultura organizacional efectiva requiere un liderazgo que ejerza una influencia positiva en todo el equipo. El liderazgo desempeña un papel clave para ayudar al personal a desaprender supuestos culturales ineficaces y absorber nuevos patrones.

Si el mundo está cambiando, el liderazgo también debe evolucionar. Es necesario tener la flexibilidad mental para adaptarse a los cambios que se avecinan. Es vital cambiar la mentalidad.

Es crucial racionalizar los procesos de liderazgo y toma de decisiones, alejándose de las estructuras de poder tradicionales hacia redes de competencias y resolución de problemas. De esta manera, nada dejará de hacerse por falta de claridad sobre quién es el responsable.

¿Cómo se aplican estos conceptos de liderazgo en su organización funeraria?

Por Vinícius Chaves de Mello, profesional del sector funerario desde hace más de 25 años en Brasil. Es columnista de la revista American Exequial  y escritor del libro “Guía Práctica de Gestión en el Sector Funerario”.

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