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Entrevistamos a Julio Ramón Rodríguez María (Grupo Tanatorio de Palencia)

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Me gustaría que la sociedad reconociera nuestro trabajo y mucho más en las condiciones en las que se está desarrollando en estos momentos; únicamente la actitud heroica de nuestras plantillas suple la carencia de medios puestos a nuestra disposición”

Desde Revista Funeraria podemos vislumbrar a partir de los mensajes que nos transmiten algunos de los profesionales del sector funerario, de qué manera se está enfrentando el mismo a la actual crisis provocada por el Covid-19, pero qué mejor que las palabras de un funerario en activo para que nos cuente en primera persona cómo está siendo el trabajo realizado estos días en sus instalaciones y también cuál es su opinión ante las críticas que está recibiendo el sector en diversos medios de comunicación a raíz de algunas supuestas irregularidades en el servicio funerario.

¿Cómo están afrontando estos días y semanas en las que la tasa de mortalidad ha aumentado notablemente debido al nuevo coronavirus?

A nivel personal, con mucho dolor y tristeza. Es muy duro levantarte todos los días y descubrir que alguna persona conocida o de tu entorno próximo, se ha visto de alguna forma afectada por el COVID-19. Creo que después de las contiendas bélicas mundiales y nuestra más próxima nacional, de las cuales la gran mayoría de nosotros ya no sufrimos sus consecuencias inmediatas, estamos viviendo posiblemente la situación general más dramática de nuestras vidas. Profesionalmente, lo hago con mucha preocupación. Conocemos lo pasado estas semanas en las que -de momento, en nuestro caso concreto- hemos podido atender sin demora a todas las familias que han solicitado nuestros servicios, pero desconocemos el alcance que esta pandemia pueda tener. Me inquieta lo desconocido, y es difícil vislumbrar si vamos a tener la capacidad necesaria para afrontar los retos que se nos puedan presentar.

¿Qué medidas preventivas y organizativas han implementado en su funeraria para garantizar el servicio y a su vez proteger la salud de sus trabajadores?

Hay que reconocer que esta terrible crisis sanitaria no la esperábamos hace unos meses, y lógicamente nos ha cogido –como a la mayoría de sectores- preparados para atender el trabajo normal o, a lo sumo, absorber puntualmente picos producidos por cualquier circunstancia especial. No obstante, dentro de los procesos habituales en nuestra empresa, organizamos con frecuencia sesiones de formación dirigidas a nuestros trabajadores, donde una de las máximas es transmitirles las medidas necesarias de prevención y seguridad en el desarrollo de su trabajo, así como la concienciación en la utilización obligatoria de los EPIs que les protejan adecuadamente. A nuestros trabajadores se les instruye para tratar cualquier cuerpo -y en cualquier circunstancia- como potencial fuente de contagio, lo que obliga a higienizar y desinfectar a cada uno de ellos con las debidas protecciones personales, antes de proceder a los trabajos de tanatoestética, que en estos momentos no pueden desarrollarse. Esta previsión sirvió para que nuestra plantilla se enfrentara a la crisis con los conocimientos y medios materiales necesarios, al menos inicialmente. En esta ocasión, y aún con mucho desconocimiento de lo que se nos avecinaba, los días 10, 11 y 12 de marzo pasado, organizamos unas jornadas específicas de formación en las que intentamos poner en común todos los conocimientos posibles para procurar enfrentarnos a las consecuencias de la enfermedad con las máximas medidas de seguridad. En cuanto a la organización del trabajo es difícil tomar muchas medidas concretas, y en cada momento hay que actuar en función de la circunstancia puntual que se presenta. Si ya la habitualidad de nuestro trabajo es irregular en cuanto al número de fallecimientos diarios, lo que hace que un día la plantilla de trabajadores sea excesiva y en cambio al siguiente totalmente insuficiente, cuando se presentan situaciones excepcionales como la actual, en las que la media de servicios diarios se ha, como mínimo, triplicado, solamente podemos responder a la demanda si se cuenta con un equipo de personas concienciadas con su trabajo, entregada a su misión en jornadas interminables y agotadoras, dando lo mejor de sí mismos, y arriesgando de forma importante su salud y también la de sus familias. En este sentido, quiero recalcar que aunque es importante para cualquier empresa funeraria contar con las mejores instalaciones y medios materiales, lo es mucho más contar con un buen equipo de profesionales, debidamente preparados y comprometidos con su trabajo, que son finalmente los que harán que la empresa funcione como esperan nuestros clientes y esté capacitada para afrontar circunstancias como la que vivimos. Uno de los mayores halagos que me gusta escuchar cuando una familia hace referencia a nuestra empresa, es que lo mejor de ella son sus trabajadores. En esa expresión, entiendo siempre que han sido atendidos como esperaban de nosotros.

¿Cómo consuelan a todas esas familias que pierden en estos momentos a un ser querido y no pueden velar ni celebrar una ceremonia de homenaje al difunto en sus instalaciones?

No existe consuelo posible cuando te llega la noticia de que tu ser querido, a quien hace días que no puedes visitar -aunque sabes que se está debatiendo entre la vida y la muerte- acaba de fallecer, y mucho menos cuando en muchas ocasiones tampoco puedes llegar a verlo físicamente después de ocurrido el óbito, ni tan siquiera acompañar su cadáver al cementerio o al crematorio. Por mucho que lo intentemos, es difícil llegar a comprender el sentimiento interior que pueden tener. Como funerarios, pese al estrés profesional que provoca esta situación, intentamos cargarnos de positividad y empatía para transmitir con la mayor delicadeza posible a las familias las limitaciones legales a las que se ven sometidas, las cuales en el fondo son muy difíciles de entender, y procuramos que sientan con nuestro trabajo todo el apoyo necesario -tanto operativo como burocrático- que les permita vivir su drama sin añadir problemas que esté en nuestra mano resolver. Hay una fase postmortem que debemos cuidar como valor añadido a nuestro servicio como es facilitar los trámites administrativos posteriores y el apoyo al duelo, aunque en estos momentos se ven en la lejanía. Hoy a las familias les queda encajar el golpe sufrido, dar respuesta interior a porqué ha ocurrido, protegerse personalmente y a cuantos les rodean del posible contagio, pensar en ese homenaje pendiente que les hubiera gustado rendir a su difunto, y en muchos casos, darle el destino final a tantas cenizas que se acumulan en nuestras instalaciones y sobre las que ahora no han tomado una decisión. En nuestra labor estos días, no puede faltar transmitir consuelo y ofrecernos para colaborar en todo aquello que necesiten cuando esto haya pasado y puedan decidir al respecto.

¿Qué opinión le merece el hecho de que en estos días de tanto trabajo y sacrificio por parte de los funerarios para cubrir la demanda actual y futura, los medios de comunicación sólo se hagan eco de algunas posibles malas praxis y denuncias generalizando a todo el sector?

He nacido en el seno de una familia dedicada a la actividad funeraria, he convivido con la profesión desde mi infancia y así durante más de cincuenta años. He notado siempre el agradecimiento sincero de las familias cuando se les ha atendido correctamente. En cambio, han sido contadas las ocasiones en las que he visto cómo de forma espontánea y pública se valora positivamente nuestro trabajo. Viene a mi memoria una tragedia vivida en el año 2007, que nunca será olvidada en una capital de provincia pequeña como es la nuestra. Una explosión de gas derrumbó varios bloques de viviendas dejando tras de sí muchos heridos y nueve fallecidos. La ciudadanía se volcó en su ayuda, y entre ella nuestros profesionales que mantuvieron allí día y noche un retén permanente para ir trasladando cada uno de los cuerpos a la morgue habilitada al efecto en el mismo momento en el que se iban descubriendo. Fueron muchas horas de trabajo permanente por los que nuestra empresa no percibió ningún beneficio económico al donar íntegramente su facturación a la Asociación de afectados. He visto correr ríos de tinta agradeciendo la colaboración de cuantos intervinieron aportando cualquier tipo de apoyo personal o material, pero ni una sola línea a nuestra callada labor; en ningún momento tuvo la más mínima mención por parte de nadie. Solo me queda de aquel episodio el orgullo del deber cumplido, y –una vez más- la enseñanza de las especiales características que tiene nuestro trabajo. Nuestra sociedad no está preparada para asumir la muerte como algo natural, y mucho menos para aceptarla con normalidad cuando llega. Sigue siendo un tabú, y nuestra profesión se desarrolla en ese entorno. Por bien que hagamos las cosas y por mucho que nos esforcemos en ello, veo difícil que tenga el reconocimiento público que transmiten otros profesionales merecidamente valorados, como pueden ser los bomberos, las fuerzas de seguridad, los sanitarios, y tantos otros. Debemos ser conscientes que en el extremo opuesto, cualquier noticia negativa en nuestro sector, sea o no cierta, esté o no contrastada: una factura incorrecta, una equivocación con un cadáver, o cualquier otra causa posible que salte a los medios, tendrá una amplia repercusión, y mucho más si parte de la boca de personas con poder mediático. No estoy en contra de cualquier iniciativa que dé a conocer nuestra labor social y dé valor a nuestra profesión, pero lamentablemente a día de hoy lo cierto es que la sociedad no quiere hablar mucho de nosotros, y si habla no es precisamente por nuestro buen trabajo. Por eso, debemos evitar este tipo de informaciones negativas haciendo nuestra labor cada día mejor y de la forma más transparente. Estoy seguro que las familias a nivel individual nos reconocen y agradecen nuestro trabajo, pero conseguir que la sociedad en su conjunto y de forma pública lo haga, me parece actualmente una utopía. Desearía que en algún momento ocurriera, pero en estos momentos mi mayor preocupación es que no se critique nuestra profesionalidad y trasciendan episodios puntuales y minoritarios –como en cualquier otra profesión- pero que en la nuestra siempre se transmiten de forma morbosa y desproporcionada y haciéndola extensiva a todo el sector. Hace muy pocas fechas que los medios se han hecho eco de esas posibles irregularidades, y son ya muchas las personas que desde ese momento han solicitado aclaraciones a las facturas emitidas, a la vez que se nota una mayor desconfianza en las que se acercan con nuevos casos. Solo nos queda ofrecerles –en éste y en cualquier otro momento- la máxima transparencia e información en nuestro trabajo.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir por su parte y la de sus compañeros frente a esos ataques que perjudican la imagen del sector y lo alejan de una sociedad a la que se le está prestando un servicio esencial y en unas condiciones complicadas?

Hay algo que escuché muy joven y quedó muy grabado en mi forma de ver la vida tanto personal como profesional, y que lo repito en muchas ocasiones: “una cosa es lo que me gustaría y otra muy distinta es lo que puede ser”. Me gustaría transmitir a la sociedad que en nuestro país hay un sector funerario que cuenta con extraordinarias instalaciones, tanto en cantidad como en calidad, y con unos profesionales que operan dentro de la más absoluta legalidad, velando siempre por respetar los derechos y los deseos de los usuarios. Me gustaría transmitirlo, pero mucho más, me gustaría que calase en la sociedad. Me gustaría que se reconociera nuestro trabajo, y mucho más en las condiciones en las que se está desarrollando en estos momentos, donde únicamente la actitud heroica de nuestras plantillas suple en la medida de lo posible la carencia de medios puestos a nuestra disposición. A mi empresa aún no ha llegado por parte de la Administración una sola mascarilla ni un par de guantes, ni tampoco nos han preguntado si precisamos algún tipo de apoyo. Hacemos nuestro trabajo por profesionalidad y sin buscar aplausos por cumplir con nuestra obligación, pero también me gustaría que no se ataque injustificadamente a todo un sector cuando no hay motivos fundados para ello. Pero repito una vez más, eso es lo que me gustaría transmitir y que calara, y otra cosa distinta es conseguirlo.

¿Desearía destacar alguna cosa más?

Quisiera animar a todo el sector a no desfallecer y a seguir haciendo las cosas con la profesionalidad y la honradez que sabemos hacerlas. Al final, las familias pueden llegar a nosotros desconfiando por las noticias publicadas, pero dándoles toda la información necesaria y demostrándoles la empatía necesaria, acaban confiando y reconociendo finalmente nuestra labor. Las estadísticas hablan por sí solas, a la hora de valorar por el público la satisfacción de nuestros servicios. También quisiera hacer un llamamiento a las distintas administraciones públicas, para que valoren más nuestro servicio sabiendo que somos esenciales en cualquier momento y mucho más en éste, que midan sus palabras cuando pueden transmitir una alarma social innecesaria, y que pongan a nuestra disposición los medios necesarios –como al resto de los profesionales que estamos en primera línea- proporcionándonos los EPIs imprescindibles para proteger la salud de nuestro personal, y que de forma inmediata se les incluya entre las personas que precisan realizar los test rápidos de detección del coronavirus, por el elevado riesgo de contagio que conllevan sus funciones y las consecuencias negativas que tendría la paralización de cualquiera de nuestros centros de trabajo.

 

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