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IN MEMORIAM. El respeto a los difuntos (Por Vicente Luis Díaz Pedraza, Economista especializado en Marketing)

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Tras el accidente ferroviario ocurrido ayer en Santiago de Compostela, donde hasta el momento hay que lamentar 78 fallecidos, dotaciones de bomberos, médicos y psicólogos acudían al lugar de la tragedia. Asimismo, los servicios funerarios trasladaban los cuerpos a las instalaciones del pabellón multiusos Fontes do Sar. La labor de todos los profesionales y voluntarios es fundamental en este tipo de sucesos, en los que el tratamiento de la memoria de los difuntos en los medios de comunicación cobra una especial relevancia. Vicente Luis Díaz Pedraza, economista especializado en Marketing y colaborador de Revista Funeraria, ha querido dedicar unas líneas sobre la protección de los fallecidos, que debe ser cuidada, especialmente en casos que conmueven tantísimo a la opinión pública, como ha sido el del descarrilamiento del tren en Galicia.

Honrar a los muertos y respetar su memoria es una seña de identidad común en todas las civilizaciones y quizás la tradición humana más ancestral. Una vez más, los profesionales funerarios gallegos demostrarán su profesionalidad, dignidad y respeto a las víctimas.. Sin duda, estos valores son los que más demandan los ciudadanos en momentos como éste.

El Derecho, consecuencia de los usos y costumbres existentes en cada sociedad, salvaguarda el respeto a los difuntos. En nuestro país, aunque el artículo 32 del Código Civil recoge que la muerte extingue la personalidad civil y, por tanto, los derechos de la personalidad; el ordenamiento jurídico ampara la memoria de los difuntos: memoria defuncti. Así, el Derecho la considera una prolongación de la personalidad extinta que está compuesta por las vivencias, recuerdos, sentimientos y afectos que conservan existencia autónoma entre los vivos. En este sentido, la memoria se convierte en un bien jurídico protegido derivado de la personalidad civil.

La protección de los difuntos y su especial tratamiento en los medios de comunicación son dos aspectos de vital importancia ante la opinión pública, cuando las causas que han producido la muerte no son naturales. Los fallecidos son entonces protagonistas de un acontecimiento que da un vuelco a la sociedad y que pone de manifiesto la necesidad de garantizar el máximo respeto que suscita la memoria de los que ya no están.

En 2004, la portavoz de la asociación de víctimas del 11-M resaltaba lo que significa para todos la memoria y el respeto de nuestros difuntos, cuando manifestaba ante la Comisión de Investigación del Congreso lo siguiente: “Por encima del derecho a la información está el derecho de los ausentes a su intimidad”. Estas palabras fueron refrendadas, días después, por Gregorio Peces-Barba, recién nombrado por el gobierno, alto comisionado para las víctimas del terrorismo.

La memoria del difunto pasa de ser privada a ser pública. Esto requiere un uso muy respetuoso de la información para no herir sensibilidades que están a flor de piel en la sociedad. Su memoria, en estos casos, está más viva que nunca. Descansen en paz.

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