XII Especial Cementerios. La cuna de la Niña de cera, una historia de amor eterno
En Cuevas del Almanzora conocen como la ‘Cuna de la niña de cera’ al monumento que un marido con un amor desmedido por su esposa mandó construir para acoger su cuerpo, que quedó sin vida con tan solo 17 años. De ahí lo de ‘cuna’, al ser ella casi una niña y también por la forma del cenotafio, realizado en mármol blanco y con las líneas curvas propias de lo que podría ser una cama de bebé. Angustias Fernández Albarracín moría en 1843, dejando a una hija de año y medio. Sobre su historia de amor, su entregado marido y de los detalles del monumento funerario nos hablan los guías turísticos e historiadores que conducen las visitas guiadas al Cementerio de San Miguel ubicado en la localidad almeriense.
Mejor exponente del arte funerario cuevano
Sobre la historia de este singular monumento, el texto del cronista oficial Enrique Fernández Bolea explica que Miguel Flores Cánobas, el propulsor de este mausoleo, considerado “el mejor exponente del arte funerario cuevano”, nació en 1821 en el seno de una familia acomodada y vinculada profesionalmente a la judicatura desde hacía varias generaciones. Tanto su abuelo, Miguel Flores, como su padre, Diego Flores Flores, ejercieron la abogacía, llegando el primero a ostentar las alcaldías mayores de Marbella y Mazarrón.
No es de extrañar, por tanto, que nuestro personaje siguiese los pasos de sus ascendientes y concluyese la carrera de leyes. Su formación le permitió ocupar diversos cargos en la administración del Estado, como el de Secretario del Gobierno Civil de Girona, Jefe Político -después llamado Gobernador Civil- de las Baleares y Gobernador Civil de las provincias de Badajoz, Palencia, Ávila y Girona. Entre los títulos que obtuvo, que lo convirtieron en miembro prestigioso de la sociedad de su época, destacaron el de Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, Caballero de la Real Orden de Carlos III y Secretario de S. M. Isabel II.
En 1840, cuando aún no había cumplido los 20 años, Flores Cánobas contrajo matrimonio con Angustias, una niña de apenas 15 que enseguida le daría una hija, María de la O. Parece ser que la salud frágil y quebradiza de la joven esposa otorgaba a su rostro una extrema palidez, por lo que era conocida en la población como la ‘Niña de cera’.
Tras enviudar, el desempeño de sus obligaciones y compromisos forzó al abogado a pasar largas temporadas fuera de la localidad, quedando su única hija bajo el cuidado y tutela de la abuela paterna. Gracias al testimonio de su tataranieta, Francisca Reyes Soler, sabemos que cuando Flores Cánobas regresaba a Cuevas visitaba a diario la tumba de su amada esposa. Lo hacía de madrugada, buscando la quietud y el silencio, embozado en su amplia capa y cubierto con sombrero de copa, y se postraba durante horas ante el cenotafio en medio de la gélida soledad del camposanto.
Traslado pieza a pieza
Aquella escena romántica, becqueriana, que se repetía con cada nuevo regreso, tenía como escenario el primer cementerio con el que contó la villa, situado a los pies de la ermita de El Calvario, pues este fue el primitivo recinto donde se instaló el monumento, a pesar de la oposición inicial que mostró el ayuntamiento.
Cuando se inauguró el actual Cementerio de San Miguel, en 1860, Flores ordenó y organizó su traslado pieza a pieza, situándolo en el lugar que entonces se reservó a los sepulcros de las familias más sobresalientes, el mismo que todavía hoy sigue ocupando.
Flores Cánobas fallecía el 10 de abril de 1866 cuando contaba con 45 años de edad. No se sabe a ciencia cierta si sus restos descansan junto a los de su mujer, “aunque la lógica lleve a pensar que quisiese compartir con su querida esposa el descanso eterno”, apunta Fernández Bolea.
En el monumento, sobre la urna de Angustias encontramos la representación de una tórtola, “símbolo del amor eterno, puesto que esta ave una vez que escoge pareja ya no la abandona hasta la muerte. Esa tórtola solitaria sobre el túmulo muestra para siempre el profundo sentimiento del marido hacia la esposa”, apunta el cronista.
Visitas guiadas
“Más allá de la muerte, entre las tumbas encontramos mil historias de amor eterno, de desgraciadas muertes, de leyendas y misterios humanos y divinos…”, explican en las vistas guiadas que se llevan a cabo desde el verano de 2021 en el Cementerio de San Miguel, un camposanto que se configura como uno de los más ricos y atractivos conjuntos arquitectónicos y funerarios de la provincia de Almería. Tanto las curiosidades y leyendas, como la puesta en relieve del alto valor artístico y patrimonial de este importante cementerio, son el eje de estos recorridos, programados durante todo el año a través de la concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora, y que no dejan de atraer a propios y extraños.
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